Sumidos en un desafío sistémico a partir de la pandemia del COVID-19, reflexionamos sobre iniciativas a tomar para prevenir el riesgo de crédito.
Cuando el artículo 2 de nuestros Estatutos define el objeto fundamental de nuestra Institución, lo hace planteando que es el de “…crear un órgano representativo del Comercio y de la Industria nacional, que, reuniendo y vinculando entre sí a todos los componentes de esas colectividades, contribuya a desarrollar el espíritu de solidaridad organizándose así para la defensa de los intereses colectivos, combatiendo el fraude, la deshonestidad y la ineptitud comercial, y velando por el progreso de las entidades que representa..”.
La crisis generada por la pandemia nos hace ponderar nuestro mandato estatutario, reforzando el valor de la misión de esta gremial en atención a la defensa y promoción de aquellas condiciones que permiten el pleno funcionamiento de la actividad comercial y económica tomando como norte el bien común y la aspiración al máximo desarrollo posible de los actores involucrados.
La vulnerabilidad a la que todos quedamos expuestos y las debilidades sistémicas que la crisis dejó en evidencia, revelaron claramente que las sociedades, las economías y el mundo todo, funciona en forma interconectada. Los actos de todos tienen impacto más allá del propio horizonte de percepción y en tiempos que no necesariamente son inmediatos a aquel. Nadie estaba preparado para una pandemia. No obstante, hubo que darle respuesta: mejor, peor, incompleta, perfeccionada con el tiempo… aún estamos aprendiendo y esperando impactos.
Desde LIDECO, ante las dificultades, bregamos por las instancias de negociación y análisis tendientes a lograr soluciones pre concursales, mediante medidas tomadas a tiempo para sostener la viabilidad de las empresas en crisis, o llegado el caso, a preservar al máximo posible el valor económico de las unidades productivas, apelando a que sea posible mantenerlas en actividad. Tal ha sido nuestro rol en el transcurso de nuestra participación en las situaciones de crisis empresariales, y así se refuerza hoy en el marco de una crisis global sin precedentes.
En lo que respecta a la economía y el comercio, el carácter global y sistémico del impacto de la pandemia, invita a mirar el riesgo de crédito repensando la perspectiva de mercado y la de la empresa tomada individualmente.
Todos los actores han sido llamados a la flexibilidad, a la creatividad, a la cooperación en la búsqueda de soluciones. A ello ha apuntado el Estado, el sector financiero, el sector industrial, el comercial y diversas organizaciones que, en coordinación sistemática o más o menos espontánea, se encontraron alineadas en pos de procurar minimizar el daño económico causado por el impacto de la pandemia.
A nivel macro las acciones se han orientado a facilitar el financiamiento en el corto plazo, a fin de que las organizaciones productivas pudieran sostener o recuperar el nivel de actividad previo a la crisis, evitando su cierre y el consecuente impacto en la dinámica del mercado interno (pérdida del valor debido a la desvinculación de personal capacitado, pérdida de conocimiento acumulado, pérdida de fuentes de trabajo, etc.). Así, el sector financiero ofreció alternativas crediticias para facilitar a las empresas que contaran con capital de trabajo, mediante créditos blandos, refinanciaciones, extensiones de plazos y garantías de crédito sobre todo para el segmento de las pymes, que carecen de activos a tal efecto. Por su parte, el sector empresarial, principal fuente de financiamiento de las empresas, mostró mayores niveles de tolerancia. Sostener a todos los actores fue necesario: a la empresa grande dinamizadora de la cadena de valor dando trabajo a sus proveedores de menor porte, y a éstos, para que, manteniendo su actividad contribuyeran a mantener en funcionamiento la cadena de valor. No se han constatado por el momento, picos de aumento en las solicitudes de concurso de acreedores. Sin perjuicio de que la crisis aún no es historia, quizá esa constatación tenga que ver con las acciones antes mencionadas.
Medidas excepcionales en materia de seguridad social también fueron claves para apuntalar la continuidad de la actividad económica con el menor daño posible. Asimismo, en el ámbito de la negociación colectiva se lograron acuerdos, sustentados en la comprensión de la compleja situación por parte de los actores involucrados, lo cual aportó aire y descomprimió la difícil circunstancia.
Lamentablemente la crisis desbordó en algunos sectres de actividad que fueron especialmente afectados. También puede haber terminado de golpear a empresas que ya arrastraban dificultades. Sin duda se han generado daños y habrá que trabajar para repararlos. Más allá de ello, importa señalar que lo logrado y lo que queda por lograr, necesitó y necesita de la confluencia de todos los actores tras la idea de maximizar el bien común y minimizar el daño. De ahí que acciones preventivas del riesgo, tomadas por parte de todo el sistema empresarial y financiero, se tornan brazos ejecutores del principio de solidaridad que aúna esfuerzos en pos de la búsqueda de las mejores condiciones para el desarrollo de los negocios. El crédito interempresarial es un factor esencial para el buen funcionamiento de la economía, por lo que su fluidez es un valor a preservar, a efectos de mantener sin percances la cadena de pagos.
¿Qué iniciativas pueden considerarse en materia de gestión del riesgo crediticio por parte del sector empresarial?:
a) A la interna de la empresa
- Adecuar la estrategia empresarial y comercial a la nueva realidad.
- Revisar y mejorar las políticas y procedimientos de prevención y riesgo de crédito, en lo que refiere a aspectos como el apetito de riesgo, la clasificación de la cartera, el establecimiento de límites de crédito, las políticas de admisión y seguimiento, el establecimiento de alertas tempranas, la definición de nuevos criterios para la gestión de la morosidad, la previsión de escenarios y acciones ante posibles incumplimientos, el análisis de la relación entre la concentración del riesgo, ventas y montos de crédito otorgados.
- Comunicar y traducir a procedimientos en todos los sectores de la compañía, la estrategia de prevención del riesgo crediticio.
- Documentar los procesos de crédito estableciendo tareas y responsables para llevar la trazabilidad del proceso de crédito y auditarlo, como práctica saludable.
- Trabajar para alinear a los distintos sectores de la empresa (financiero, comercial, riesgo, crédito y cobranza) en torno a la política de riesgos, procurando que se conciban como cliente internos y proveedores unos de otros.
- Capacitar al personal sobre bondades y riesgos de los diferentes instrumentos de pago, así como en materia de las condiciones para la admisión de clientes, la concesión de créditos, la renovación de créditos, las garantías y documentos comerciales.
- Establecer reuniones periódicas multifuncionales para revisar, corregir y mejorar las prácticas y políticas de prevención del riesgo.
- Atender los riesgos operacionales derivados del teletrabajo.
- Mejorar los insumos de información para la toma de decisiones.
- Incorporar la perspectiva de mercado para el análisis global del riesgo, tanto en lo que respecta a las características y circunstancias del sector de actividad como de la propia cartera.
- Atender especialmente los indicadores de endeudamiento del mercado y del sector de actividad.
- Fortalecer las competencias de negociación de la empresa.
- Atender el nivel de endeudamiento de los clientes comparativamente al endeudamiento de las empresas de su sector y del mercado.
- Atender la situación de las empresas en cuanto a su capacidad de pago para prever adecuado respaldo de garantías y condiciones.
- Suscribir a grupos sectoriales de información que no solamente compartan información de incumplimiento sino también de cumplimiento, para valorar en forma más acabada la situación de los interlocutores comerciales.
- Realizar benchmarking, para mejorar las propias estrategias y coordinar acciones con otras empresas con el fin de preservar las condiciones de salud del mercado y establecer sistemas de alerta ágiles que permitan detectar problemas en forma temprana.
b) En relación a clientes y proveedores en pos del mantenimiento de relaciones comerciales de largo plazo.
- Comprender qué lugar ocupa la propia empresa en la cadena de valor del cliente, estableciendo lazos de colaboración que redunden en beneficios para ambas partes en el contexto de dificultad que se atraviesa.
- Intensificar las acciones de persuasión respecto a los beneficios del aporte de información como requisito necesario para la concesión de créditos, fortaleciendo el vínculo de confianza que favorezca ese aporte.
- Discriminar entre la empresa mal pagadora por voluntad o práctica abusiva y la empresa mal pagadora por dificultad derivada de la crisis.
- Desplegar acciones de colaboración con el cliente fiel que tiene voluntad de pago, estudiando alternativas que permitan sostener la actividad y la relación comercial (refinanciación de deuda, reestructuración de deuda, flexibilidad en plazos, perfeccionamiento de garantías, colaboración con los procesos de gestión de riesgo de crédito del cliente, colaboración con el cliente para el acceso al crédito en el sistema financiero, etc.
- Establecer contactos con los proveedores críticos para la propia empresa, y monitorear su situación respecto a los indicadores de su sector de actividad.
- Colaborar con los proveedores en sus procesos de gestión de riesgo de crédito, así como para el acceso al crédito en el sistema financiero.
En suma, la mejora de los procesos internos de la empresa, redundan en un aporte a la salud de un mercado. Si bien ello es deseable siempre, lo es mucho más en las actuales circunstancias de dificultad. Puestos todos a jugar en un escenario de fragilidad al que nadie es inmune, estamos en condiciones de visualizar con más claridad el impacto de los movimientos de unos y otros en el corto y en el largo plazo en lo que hace a la preservación de valor económico. Las fragilidades expuestas dejan señales también de dónde están las oportunidades de mejora en cada empresa y en el mercado.
Como nunca, ha quedado claro que la fortaleza y la debilidad del crédito interemrepresarial tiene carácter sistémico. Este contexto de impactos generalizados ha resaltado la importancia de realizar esfuerzos conjuntos para evitar un naufragio. La solidaridad como valor y como principio, está en la base de la prevención del riesgo en los negocios. Se trata de una máxima no novedosa, pero que ha quedado visiblemente expuesta en su alcance y veracidad. Desde LIDECO, continuaremos aportando para la sensibilización del mercado en ese sentido.-
Nota: Las recomendaciones planteadas son síntesis de los Capacita LIDECO dictados sobre riesgo de crédito por el Cr. Martín Rivero, el Lic. Duncan Chanes y los profesionales del Sector Jurídico de LIDECO