Valores, principios y normas constituyen el conjunto de elementos que deben articularse en forma coherente y sistemática para poder confrontar los hechos con un marco de referencia que permita tomar definición sobre su carácter ético o no.
Valores, principios y normas constituyen el conjunto de elementos que deben articularse en forma coherente y sistemática para poder confrontar los hechos con un marco de referencia que permita tomar definición sobre su carácter ético o no.
Hay una máxima indiscutible: todos tenemos derecho a igual consideración y respeto en nuestra dignidad. Valga esta afirmación para hablar tanto del ámbito individual como en el ámbito de las empresas. Que ninguna entidad, detrás de la cual hay personas, puedan ser tomadas como medios para provecho de otro, está en la base de la convivencia no arbitraria. La Ética, precisamente pretende eliminar la arbitrariedad en las relaciones humanas, alentando a que los hombres, sean empresarios o no, puedan responder por su conducta y sus consecuencias, tanto para sí mismos como para terceros, en aras de construir ese bien preciado que constituye el bien común, la justicia social, la igualdad de oportunidades.
Respetar el derecho a preservar la propia información y a acceder a la información relevante para tomar nuestras propias decisiones parece una aspiración simultánea y contradictoria. No lo es.
Tenemos derecho a preservar nuestros datos sensibles, es claro. Tenemos derecho a preservar intimidad sobre aquellas cuestiones que siendo propias, no llevan en sí el potencial de dañar a un semejante, llámese empresa o llámese individuo. Tenemos derecho, simultáneamente, a conocer información de cuya ignorancia podría derivar la disminución del estado de bienestar con el que contamos. De ahí que el concepto de verdad no se restringe a decir activamente lo verdadero, sino a no ocultar información que otro tiene derecho a saber.
Los límites del acceso a la información y de la apertura de información están siempre subordinados al principio que nos obliga a no dañar, esto es, a no reducir el estado de bien de aquellos con los cuales estamos al mismo nivel de dignidad. Justificar las asimetrías en este punto requiere demostrar que el bien común que se obtiene es mucho mayor que la libertad o el bien individual que se pierde.
El acceso a las fuentes de información veraz y suficiente, debería, ser condición indiscutible en materia de toma de decisiones de negocios. Como en tantos otros temas, éste tiene una dimensión subjetiva y objetiva, tal es la dialéctica de la reflexión ética. Pero nunca puede tener una dimensión exclusivamente individual.
Desde una dimensión objetiva, la Ética es un saber filosófico, un cuerpo de valores, principios y normas, que procura justificar racionalmente lo que deber ser la conducta responsable del hombre para alcanzar lo bueno. Es esta dimensión trascendente la que hace posible la convivencia. No existe una ética exclusivamente individual, ni siquiera etimológicamente hablando. Es un absurdo. Porque no existe nunca una realidad exclusivamente individual y porque las personas, tomadas individualmente, en grupo, o nucleadas en una Institución, no pueden sobrevivir aisladas.
Asumir una postura ética resulta entonces, más allá de posturas filosóficas, un asunto de convivencia y conveniencia social. Todos los sistemas tienen un punto de equilibrio que no puede atropellarse sin generar mecanismos de compensación y ajuste, que pueden ser más o menos saludables. Propender a ligar intereses y procederes en aras de objetivos que trascienden la dimensión de los intereses individuales es una de las tareas a las que LIDECO se aboca desde hace 95 años, y a la que estamos todos convocados en lo que hace a nuestra especialidad y capacidad de aporte.