El día 26 de abril de 1915 tenía lugar la fundación de Liga de Defensa Comercial, sucediendo la primera sesión del Consejo Directivo al día siguiente, quedando conformado el mismo con la Presidencia del Sr. Héctor Trabucatti, quien fuera acompañado por el Sr. Julio Mailhos como Vicepresidente y por el Sr. Jaime Farrel como Secretario, entre otros.
El día 26 de abril de 1915 tenía lugar la fundación de Liga de Defensa Comercial, sucediendo la primera sesión del Consejo Directivo al día siguiente, quedando conformado el mismo con la Presidencia del Sr. Héctor Trabucatti, quien fuera acompañado por el Sr. Julio Mailhos como Vicepresidente y por el Sr. Jaime Farrel como Secretario, entre otros. Aún sin sede, la Cámara Mercantil de Productos del País, cedía generosamente el local para estas primeras reuniones de empresarios inquietos por mejorar las condiciones de transparencia y orden en la plaza comercial. Fueron varias las manifestaciones de aliento y colaboración de medios de comunicación, profesionales y empresas, dispuestas, tal como lo atestiguan los registros de la época, a “coadyuvar a sus altas finalidades”.
Eran dos las Secciones que ya estaban en marcha el 3 de mayo del mismo año, a pocos días de la fundación de LIDECO: Informes y Concordatos. Estaba gestándose la conformación de una Sección Cobranzas, y los integrantes del Consejo Directivo desplegaban sus esfuerzos para sumar a este emprendimiento, las voluntades de las instituciones bancarias y comerciales, sin distinción sectorial alguna.
Contextuar históricamente la fundación de LIDECO no hace sino dar cuenta de que las causas por las que vale la pena comprometerse no se realizan sin esfuerzo, ni se gestan abstraídas de la realidad. LIDECO se establece a comienzos del siglo XX. Sus fundadores crecieron en el siglo XIX, vivieron la Guerra Grande (1839 – 1851), sus consecuencias, la Guerra contra el Paraguay, la injerencia extranjera, los levantamientos armados, el período del Militarismo (Latorre, Santos, Tajes), y el retorno del poder civil no exento de vicisitudes e inestabilidades. Quien hubiera nacido en 1851 tendría en 1915 64 años, habiendo transcurrido su infancia y adolescencia en un país joven (con tan solo 40 años de vida independiente en el 51), devastado, despoblado, empobrecido por las guerras, harto de la violencia, del desorden, y que se aprestaba a sufrir los avatares de la revolución de 1904, último gran enfrentamiento de las luchas civiles de nuestra historia, que culminan con la batalla de Masoller. Horas intensas se vivían en aquel Uruguay que luchaba por desprenderse de las impuestas ataduras económicas que teníamos respecto a las potencias vecinas y europeas, soportando además las primeras crisis financieras (1868), en un contexto político de importante inestabilidad en busca del equilibrio de poderes. Paradojalmente y como hito de una época de gran producción cultural, en medio de las dificultades, la pujanza de la época impondría su sello con la Ley de Educación de 1877 promovida por José Pedro Varela, que sería el andamiaje – con forma de sistema nacional – que daría sustento al empuje y desarrollo del país con una perspectiva de más largo plazo.
En 1915, se vivía el impulso del reformismo pautado por las presidencias de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911 a 1915), signadas por una gran proliferación de leyes sociales y laborales, amén de otros impactos en diversos aspectos de la vida nacional: político, laboral, religioso, educativo…. En el mundo, se sucedía entonces la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El 1° de marzo de 1915 comenzaba la Presidencia de Feliciano Viera. Casi dos meses más tarde se fundaba LIDECO. Los responsables de esta iniciativa, formaban parte de aquella burguesía nacional pujante, honesta, austera y honrada, que comenzara a funcionar en un local prestado. Una generación que heredaba o creaba empresas apostando a establecer en el país, de una buena vez, parámetros de convivencia estable, y respetuosa de principios y normas. Era un país en efervescencia: caían valores, se gestaban nuevos. Liga de Defensa Comercial surgía como emergente de su contexto histórico y producto de los hombres que protagonizaban aquellos tiempos de la historia. Recordemos estas fechas como oportunidad propicia para saludar a quienes hacen parte de esta iniciativa y para quienes con su aporte la han sostenido en estos primeros 95 años. Cuando las metas son claras y la voluntad está disponible, es posible realizar cosas y mantener vivas las aspiraciones.
Vaya un fraternal saludo y agradecimiento para todos nuestros asociados y para el personal de LIDECO. Felicitaciones por estos primeros 95 años, y celebremos la instancia en orden a renovar nuestro compromiso.