En el comunicado anterior planteamos la necesidad de que las empresas y organizaciones aprendamos a pensar en conjunto y a adelantarnos al futuro mediante el método de construcción de escenarios en los que seamos capaces de adelantarnos a contingencias para estar preparados para darles respuesta.
19 de enero de 2011
En el comunicado anterior planteamos la necesidad de que las empresas y organizaciones aprendamos a pensar en conjunto y a adelantarnos al futuro mediante el método de construcción de escenarios en los que seamos capaces de adelantarnos a contingencias para estar preparados para darles respuesta.
En lo que a nuestra razón de ser concierne, el tema nos lleva a plantear apenas en forma virtual, la necesidad de que las empresas, a modo de juego en el que es posible deshacer una decisión o simplemente apreciar sin consecuencia real sus efectos, evalúen sus políticas de crédito a la luz de posibles cambios en las condiciones de tranquilidad que hoy atraviesa el mercado.
Hemos comentado en otras oportunidades el riesgo que conllevan las épocas de bonanza al generar en las organizaciones una especie de relax de las exigencias y controles en materia de gestión del riesgo de crédito, lo cual termina por debilitar las propias capacidades de la empresa de operar con eficacia y rigurosidad en esa materia.
El problema es que los actos y sus consecuencias no siempre están próximos en el espacio y en el tiempo, y el deterioro de esas capacidades se da en forma gradual, pero sin pausa. Ello hace que cuando el sistema organizacional pretende reaccionar a una acumulación de errores o malas prácticas, que suelen hacer eclosión precisamente en los momentos de crisis que reclaman rápidas reacciones y soluciones… el sistema no estará preparado para hacerlo con eficacia.
El alerta respecto a este funcionamiento asistémico simplemente señala que “los negocios y las empresas son sistemas. Están ligados por tramas invisibles de actos interrelacionados, que a menudo tardan años en exhibir plenamente sus efectos mutuos. Como nosotros mismos formamos parte de esa urdidumbre, es doblemente difícil ver todo el patrón de cambio. Por el contrario, solemos concentrarnos en fotos instantáneas, en partes aisladas del sistema, y nos preguntamos por qué nuestros problemas más profundos nunca se resuelven”[1]
En términos del manejo de información comercial empresarial y los procesos de toma de decisiones, deberíamos preocuparnos por tener identificado:
- los sistemas de comunicación internos entre los sectores o departamentos de la empresa
- la mayor o menor centralización que afecta los procesos de toma de decisiones
- el mayor o menor grado en que la empresa utiliza para la toma de decisiones un lenguaje común
- en relación con lo anterior, el grado en que todo el personal está alineado con las políticas de la organización en materia de control y gestión del riesgo de crédito
- los sistemas de registro y comunicación interna de las políticas de la organización en materia de control y gestión del riesgo de crédito
- el estilo de interacción que existe entre las partes con sus fortalezas y debilidades, para evaluar si sin los adecuados a la hora de tomar decisiones en situaciones de complejidad
- los puntos ciegos que existen entre las visiones de los diferentes departamentos, respecto a las concepciones de riesgo, en función de sus objetivos y especificidades
- si los procesos de toma de decisiones se nutren con contenidos confiables, sistemáticos y provenientes de bases de datos registradas y también confiables
- la capacidad de la empresa de construir una visión compartida respecto al lugar que otorga a la gestión del riesgo de crédito, confrontando esa visión con diversos escenarios futuros ante los cuales la empresa debería estar preparada para responder eficazmente.
No estamos preparados para percibir los procesos graduales, sean éstos de mejoramiento o deterioro. Generalmente reaccionamos cuando se presentan hechos bruscos que representan una amenaza inminente. Paradojalmente, deberíamos aprovechar los momentos de bonanza para poder dedicar esfuerzos a fortalecer nuestras capacidades para los momentos de crisis que, siempre, tarde o temprano, si nos detenemos apenas un instante a observar la historia, se presentarán. De ahí que e contexto actual sea ideal para promover internamente la revisión de los procesos de gestión del riesgo, a efectos de detectar nuestras zonas de debilidad y tomar las medidas preventivas que correspondan.-