Encontrar las mejores formas de proteger el accionar de quienes emprenden negocios y dinamizan la economía del país está en la base de nuestro trabajo y de la infraestructura que desde casi un siglo se pone al servicio del empresariado.
Encontrar las mejores formas de proteger el accionar de quienes emprenden negocios y dinamizan la economía del país está en la base de nuestro trabajo y de la infraestructura que desde casi un siglo se pone al servicio del empresariado.
El art. 2° de nuestros Estatutos define que el objeto de LIDECO “es el de crear un órgano representativo del Comercio y de la Industria nacional, que, reuniendo y vinculando entre sí a todos los componentes de esas colectividades, contribuya a desarrollar el espíritu de solidaridad organizándose así para la defensa eficaz de los intereses colectivos, combatiendo el fraude, la deshonestidad y la ineptitud comercial, y velando por el progreso de las entidades que representa, para que su organización alcance el mayor grado de perfección, de influencia y representación que le corresponde como factor importante de la vida social y económica de la Nación”.
Tal cometido, se concreta a través de la infraestructura informativa y jurídica que ponemos a disposición de nuestros asociados y del empresariado todo. Sabido es que muchas de las conquistas en cuanto al acceso de información comercial hoy disponibles para consulta del empresariado, han sido fruto de acciones emprendidas por nuestra Institución, bajo la convicción de que promover un mercado transparente redunda en beneficios para todos los actores de ese mercado.
Con frecuencia, tanto en la actividad comercial saludable como en la que presenta problemas, los intereses que se juegan son contrapuestos. En ese marco, que una Institución como la nuestra, integrada por empresas de todos los sectores de la actividad económica del país, plantee dentro de sus cometidos la defensa de intereses colectivos, supone desde la concepción de nuestra Institución, un privilegio. Supone asumir una dimensión de trascendencia en la que está implícito el reconocimiento de la propia dignidad y de nuestros pares.
Supone partir de la convicción de que, todos tenemos derecho a ser tratados con dignidad y respeto, y ninguna persona ni parte puede ser concebida como medio para alcanzar los fines de otros, sino sino como fin en sí mismo. La negociación y la búsqueda de salidas consensuadas para los conflictos de intereses, donde se procuer que todos ganen o que todos pierdan lo menos posible, es parte esencial de la vida de relación de las organizaciones sociaels y económicas para procurar una saludable convivencia.
Las bases de esa convivencia tiene distintas dimensiones: la individual, la corporativa, la social. El desafío de defender los intereses colectivos estriba precisamente en que esos tres niveles deben ser articulados, y ello no puede hacerse sin referencia a un marco ético ordenador que sistematice valores, principios y normas con respecto a los cuales contrastar la realidad y sopesar las consecuencias de bien o de mal que puedan tener nuestros actos en el espacio y en el tiempo.
Trabajar por el bien común no significa dejar de reconocer o negar la existencia de intereses diversos y/o contrapuestos. Por el contrario, implica asumirlos y poner a disposición el concimiento y la experiencia para crear los espacios y herramientas necesarios para acercar posiciones y dirimir las diferencias de intereses con base en criterios no arbitrarios, esto es: 1) razonables 2) respetuosos de la igual dignidad de todas las partes 3) pascibles de ser fundamentados en forma coherente.
No es imposible conjugar los intereses particulares con los intereses comunes. Imponer los primeros a los segundos a toda costa, sólo sería posible admitiendo que hay quienes tienen derecho a satisfacer sus necesidades a costa de las de otros, lo cual es, a claras vistas, una premisa difícil de justificar y de sostener racional, respetuosa y coherentemente.
Desde Liga de Defensa Comercial consideramos necesario promover un espacio para la reflexionar sobre la dimensión ética de la conducta humana, concretamente en lo que refiere a la actividad comercial.
La existencia de intereses diversos enriquece y dinamiza la economía. Trabajamos para que los intereses diversos se encuentren en los puntos donde se logre alcanzar el mejor resultado posible para todos, en el marco del derecho a decidir, del derecho a no salir perjudicado, del derecho a ser respetado, y de la obligación de respetar y de no dañar.
La existencia de intereses contrapuestos no habilita a decisiones arbitrarias. No existe una ética individual: necesariamente, las decisiones éticas siempre implican considerar el bien común. Ese desafío es el que nuestra Institución aborda día a día, desde hace casi 100 años.-