Las empresas tienen el derecho y la responsabilidad de tomar sus decisiones con base en información. Prevenir el riesgo es la mejor forma de proteger los activos implicados en el otorgamiento de créditos.
Nuestra comunicación anterior reflexionaba sobre el carácter colectivo de la construcción del derecho a decidir autónomamente. Los derechos conllevan como contrapartida obligaciones y responsabilidades. La consistencia entre estos dos elementos hacen viable una convivencia armónica. Los desequilibrios, en cambio, generan distorsiones que, en materia comercial y de mercado, difícilmente agotan sus efectos a nivel individual o local.
Las empresas no sólo tienen derecho a decidir con infrormación respecto a las transacciones comerciales, sino que además, tienen la responsabilidad de hacerlo. En principio, al menos, para evitar tomar decisiones erróneas que pudieran afectar su estado de bienestar, y en consecuencia, el de los demás actores relacionados a la empresa. Tal es la lógica que impone la obligación ética primera de no dañar.
Por otro lado, es de orden que todas las empresas tengan por finalidad proteger sus activos. Condición para ello es la toma de las precauciones pertinentes en materia de realización de negocios. Dependerá de cada empresa la mayor o menor sistematización y control en los procesos de toma de decisiones involucrados en la gestión del riesgo.
Cuando una organización no tiene internalizada fuertemente la conveniencia de vigilar sus créditos con adecuados y fundamentados procesos de toma de decisiones, el contexto ingresa como una variable que controla desde afuera la mayor o menor inclinación hacia la prevención del riesgo. Creemos que esa condición dispone de por sí a una mayor vulnerabilidad respecto a la posibilidad de que ocurra algo indeseado.
Los controles internos suelen flexibilizarse en períodos de calma en materia de escenarios económicos, y ello puede tener efectos diversos en el corto, mediano y largo plazo. En el mediano y largo plazo, la flexibilización de controles puede conducir a que se perviertan o se debiliten hábitos, prácticas y saberes que son saludables para la seguridad comercial de la empresa.
La prevención del riesgo y la adopción de políticas de administración del riesgo de crédito constituyen un tema estratégico para la competitividad de toda organización. Estrategia e información son compañeros inseparables. Se necesita información para nutrir el diseño de escenarios a futuro, e información que respalde las decisiones de crédito de todos los días.
Mayor será la posibilidad de una empresa de proteger su negocio, cuanto más profesional sea la inclusión de la información comercial empresarial en sus sistemas de toma de decisionescomercialesde corto, mediano y largo plazo, más allá de situaciones coyunturales.
LIDECO está para respaldar con información las decisiones de sus asociados, en todas las fases de su operativa comercial. El fin último será siempre el de ofrecer herramientas de protección para las decisiones que comprometen los activos de cada organización y de ese modo aportar seguridad a los negocios desde una concepción global respecto a la necesaria transparencia que necesita el mercado para operar en forma fluida y sustentable.-